calle buensucesoLa canción número nueve, es una rareza, dos canciones en una con continuidad procesional hasta las campanas finales. La letra es un resumen de frases escuchadas en conversaciones nocturnas y mensajes recibidos en el teléfono móvil sin relación aparente, en principio. Tomar las expresiones como las piezas de un puzzle incompleto y crear una pequeña historia discontínua fue la solución. La segunda parte, instrumental, surge tras un calentón en el final de la grabación…»va un minuto y pico…» hay más que decir pero no sé cómo; sigo tocando, acordes abiertos sobre el décimo y octavo traste, miro a Sergio y asiente con la cabeza, «…sigue, sigue» me dice desde la pecera. Tan inesperado fue. Lo que recuerdo con claridad es la sensación de vértigo que me daba estar inventando una salida para el atoyadero al que me llevaba el texto. ¿Ruido? ¿Oscuridad? ¿Expresionismo? No. La opción, ahora que la escucho, fue trascender, la sonoridad me transmite esperanza, es sorprendente, descubrirse a uno mismo como a un ser esperanzado, a estas alturas de la partida.

El relato «El Ídolo» comparte con la canción el origen de las experiencias que se relatan. Una vez más, gran parte de ellas son la trascripción literalizada de relatos anónimos surgidos en conversaciones en la oscuridad de algún bar de los que cierra tarde en el micro territorio de la calle Buensuceso.

Ya llegó la seronda y la lluvia vuelve a empapar el toldo de La Vida Alegre. Esta semana sale el capítulo 10 y su canción, otro experimento. No me pregunten más.