Aquella luz

Aquella luz me devora las entrañas. Recordar el mundo con dieciocho cuando era un lugar luminoso y virgen para ser conquistado. Aquella luz que bañaba mi cuerpo desnudo el día en que descubrí que un día soleado podía ser bastante para ser feliz. Aquella luz vive en la memoria, diminuta como un ascua entre ceniza y hielo, permanece intoxicada y aparece fragmentada en minúsculos momentos iluminando mi decepción por el instante. Aquella luz, regalada súbitamente de sí misma, me reveló el sueño de lo eterno. ¿Dónde están ahora mis alas? Tan solo creí haberlas tenido y ahora como un ángel cautivo maldigo este mundo de sueños perdidos. Aquella luz…